En un texto anterior euskalrus ha dado un vistazo rápido al turismo ruso en Euskadi. Sin embargo, después de una conversación, aunque informal, muy informativa con alguien que conoce de cerca el turismo ruso en San Sebastián, nos parece que en este tema, como en otros, la realidad que se percibe desde el País Vasco sea diferente.
Y es que, a diferencia del “turismo de masa” ruso que caracteriza por ejemplo la Costa Brava, u otras destinaciones marcadas por el binomio “sol y playa”, el perfil del turista ruso en Donosti es doble en otro sentido. Desde luego existe en Donosti efectivamente un perfil de turista ruso de nivel económico alto, o relativamente alto que alquila coches y pisos durante temporadas de vacaciones. Si embargo, hay otro tipo de perfil que pasa menos percibido, pero que constituye un potencial interesante para operadores turísticos y culturales de la capital guipuzcoana. Se trata mas bien de jubilados, nacidos en época soviética quienes aprovechan poder viajar ahora, y de gente de clase media que ahorra durante el año para poder visitar a precio módico partes de Europa. Este tipo de turistas adultos y de la tercera edad manifiestan en principio un interés particular en la historia y la particularidad del País Vasco, su lengua “misteriosa” y sus tradiciones marcadamente distintas de lo que pueden encontrar en otras partes de la península ibérica.
El problema fundamental es que el tipo de viaje que este perfil de persona se puede permitir de pagar comporta largas horas de autobús para cubrir circuitos que suelen incluir destinos relativamente lejanos como Portugal, Galicia, Madrid y hasta Andalucía en pocos días. No debería de extrañar que no pudiendo contar con mucho tiempo en Donosti, su curiosidad hacia las expresiones culturales vascas, a menudo se quede corta, a menos que los días o las horas de estancia en Donosti coincidan con una fiesta de la ciudad o de los pueblos cercanos. Hablando por ejemplo de dos temáticas muy arraigadas en la cultura rusa, y por ende apreciadas, como la música y el baile, lamentan no tener acceso a una oferta de conciertos y bailes vascos, como en cambio pueden tener a propósito del “fado” en Lisboa, o en Andalucía en todo lo que abarca el “flamenco”.
Lo interesante para los operadores turísticos vascos y las autoridades autonómicas, forales y municipales competentes en materia, es que los rusos no se limitan a expresar claramente su pena para no tener el tiempo para “entrar” mas en la capital cultural del País Vasco, sino que ofrecen hasta una posible solución para satisfacer su curiosidad. Parece que los que piden los turistas rusos de paso sea un “museo etnografico y cultural ‘de 360°’” accesible en el centro de la ciudad y que centralice muestras no solo de historia, arte y lengua del país, sino que tenga ofertas de especialidades gastronómicas y, -como no- pueda dar espacio a conciertos de música y de bailes tradicionales o modernos.
Pochemy niet? O sea, por qué no?